viernes, 11 de septiembre de 2009


LOS ROSTROS

Hermano, miro tu cara, y sin saberme digno de llamarte hermano,
Descubro en tus ojos el eco milenario de la promesa. No sólo la rabia
Contenida, la vida vulnerable, la miseria… También la dignidad soberbia,
El sentido de la espera, la entereza.

¿A quién le toca ahora ser humilde?
¿A quién le corresponde la paciencia?
¿Quién debe ya ceder un poco, mirar al otro, reconocer la vida?

Tu rostro cubierto se expone más que nunca.
El mío lo he tapado entero,
Por vergüenza…

Laura López Argoytia.

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