jueves, 13 de octubre de 2011

Viceversa

Después de tanto pregonar, al fin he vuelto a mi ciudad. Hay cosas nuevas y malas ahora, que me hacen pensar en cuánto tiempo tardará mi voz en perderse entre el ruido del tráfico y de la basta música antiarmónica del vayven diario.

Muchas veces he necesitado desde paz, hasta del místico roce de las hojas húmedas sobre mis brazos; tal vez de una caida en el fango, o del dolor tan característico de una espina perforando la piel, o del piquete celoso de una abeja. Eso sucede cuando mi cabeza está por estallar, y pide una dosis de emoción al natural.

No he pregonado mucho últimamente; sólo que la vida me viene cuando estoy en medio de la incertidumbre del campo.

Es necesario volver, para hartarme de aire fresco y del verde de las montañas; del rojo de las bromelias y de las sensación de las rocas en las plantas de los pies.

Cuando extrañe la comodidad de mi habitación -mas no de la ciudad-, pensaré en volver. Esos son los lugares que me asientan en toda ocasión.

sábado, 3 de octubre de 2009

Semilla es vida y es milagro:
la semilla repite a diario el milagro de la multiplicación del alimento ... tierra, aire, agua y cultura son sus condiciones.
Semilla es biodiversidad: decenas de miles de variedades de semillas son patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad …
Semilla es libertad: porque nos independiza de la tienda de los alimentos y la de los comerciantes de insumos agrícolas.
Semilla es poder: el de comer según nuestra cultura; el de escoger nuestro propio sistema de producción.
Semilla es solidaridad, porque la podemos compartir con el vecino, con el prójimo, con el excluido, con el desplazado, con el hambriento, con otro productor de vida..

Semilla es compromiso, es entrega, es cariño, es enamoramiento, porque así es como cada persona del campo la planta, la cultiva, y la cosecha para su propio beneficio y el de otros consumidores.

Semilla es identidad, es territorio, porque somos lo que comemos, porque la cultura se expresa en el territorio.
Semilla es cultura, porque nos invita a convivirla, a conocerla, a entenderla, a conservarla, a enamorarla, a mantenerla para que ella nos mantenga ...
La persona que conserva las semillas naturales asciende a un nivel ético, se coloca bajo la mirada de su Dios y bajo la paz de su conciencia; asciende a un papel político de liberación social.
La semilla natural es sagrada: no es mercancía, es un don divino otorgado a través de la naturaleza y la cultura ...
Las semillas naturales no pertenecen al reino de los transgénicos, de la certificación, del patentamiento o privatización de la vida ...
Sembrar y comer son actos sagrados:
agradezcámoslos con oración y con ritual.

Mario Mejía.

¿Caminos hacia algún lado?

Hemos caminado por ahi y ¡vaya que nos hemos sorprendido por lo que NO encontramos!

Recorrimos caminos estrechos, montosos, pedregosos y hasta peligrosos, y no hemos encontrado mucho.

Hemos buscado atentos desde arriba fragmentos de vida, y al partir en su búsqueda, nos hemos sorprendido.

La gente local dice "aquí hay", pero no es necesariamente lo que esperamos encontrar.

"No hay" es la realidad.
"No hay" es la verdad.

Nos preguntamos cuánto tiempo más la naturaleza nos dejará apuñalar sus piernas, sus brazos, su cuerpo verde.

Nosotros nos preguntamos cuánto tiempo queda; ellos se preguntan dónde hay más para sobrevivir.

Es la realidad negra y blanca del bosque.

Es la realidad triste la que nos desanima y nos agota (...)

Las nuevas generaciones ya vienen; empujan fuerte. Y nosotros no tenemos mucho para recibirlos.

¿Qué cuentas hemos de entregar mañana cuando el sol salga y ya nadie lo reciba?

Vamos pisando fuerte y dejando huellas profundas, pero,
¿a cuántos les interesa?









'El hombre es superior a las estrellas si vive en el poder de la Sabidur­a Suprema. La persona que domina el cielo y la tierra con su Voluntad, es un Mago, y la magia no es brujerí­a sino Sabidur­a Suprema'.

Archiduque Crilancello D' Hastings


¡A buen árbol te arrimas!

Ayer, adentrado en el sepia de un monte húmedo me sorprendió la lluvia.

No podía defenderme de las frías gotas y corrí a buscar refugio bajo el dosel de un árbol.

Pude sentir su energía mientras acercaba mi cabeza a su tallo; era como abrazar a alguien muy querido.

Me preguntó qué hacía.
Respondí que trabajando; nada que le hiciera daño.

¡A buen árbol te arrimas! me dijo.
Quería contarme tantas cosas, que pensé que por estar tanto tiempo en el mismo lugar, se sentía aburrido y en cierto modo triste.

Una araña bajaba de su tallo y me hacía compañía. Unas gotas atrevidas chocaban contra mis manos mientras abrazaba aquel gran tallo.

Ayer me sorprendió la lluvia y encontré un basto refugio, compañía y alguien con quién platicar.
Me habló, me hizo preguntas, y me abrazó con sinceridad de árbol.

Mientras nos sincerábamos, la lluvia cesaba, pero algunas gotas que aún se filtraban entre las hojas y las ramas , caían al suelo con tal fuerza que bien podrían doler si te interceptaban.

Cuando la lluvia paró, el árbol me invitó a sentir con él. Me dijo que mirara hacia arriba, entre sus ramas.

Ahí pude apreciar -como si se tratara de una película en cámara lenta-, el modo delicado en que el agua recorría cada centímetro de aquel gran coloso; era como ver cómo cada gota de vida se encontraba con otras gotas y formaban un caudal hasta llegar a la tierra.

Era como ver pequeños seres descender lentamente en paracaídas desde una gran montaña, y al llegar a tierra firme se escondían prontamente con la habilidad de un ninja. Era algo que se hacía sin prisa y calculado; era magistral…

Ayer mientras escapaba de la lluvia, me topé con un amigo, platicamos de esto y de aquello, y al final, nos escapamos del trabajo y parrandeamos por ahí.

Creo que solo se trató de unos minutos; de los minutos mejor vividos en mi vida.

viernes, 11 de septiembre de 2009


El VERDE DEL ARCOIRIS

Hizo lo que hizo y se sentó a admirar su obra.
La Dama de la creación sació su sed con agua cristalina.
Comió vegetales, y los compartió con los animales.
Quiso cantar y creó el sonido.
Quiso saltar y las montañas brotaron de la superficie.
Quiso divertirse y apareció la lluvia.
Quiso sonreír y se le ocurrió un arcoíris.

Ahora, no se sabe cómo está de humor,
Pero se dice que el verde le gusta para sentarse.
El verde le gusta para aprender, le gusta para crecer.
No es su color favorito, pero es lo que la hace sentirse viva.



“Y se levantó la gran madre selva,
En medio del recuerdo
De la destrucción de la tierra.
Se asentó derecha y alzó su copa,
Pidiendo hojas que no tuvieran fin”

Chilam Balam de Chumayel.